
No sólo los más ricos votan a Vox: la ultraderecha se asienta en municipios con rentas altas y bajas
En las comunidades donde hubo elecciones, Vox alcanzó hasta el 17% de los votos. A pesar de que su presencia no es mayoritaria, el partido ultraconservador ha recogido votos indistintamente en municipios de rentas altas, medias y bajas.
Santiago Abascal durante la clausura el acto de cierre de campaña, a 26 de mayo de 2023, en Toledo.
Santiago Abascal, durante la clausura del acto de cierre de campaña de Vox, a 26 de mayo de 2023, en Toledo. ACTUALIZADO:
El triunfo de la derecha en las elecciones del 28M ha traído consigo un reguero de acuerdos entre Vox y el Partido Popular en autonomías y alcaldías. Los de Abascal tienen la llave del gobierno en la Región de Murcia y Extremadura, y ya han logrado entrar en el Gobierno del País Valencià.
El volantazo a la derecha ha dado pie a múltiples análisis: ¿quién vota a Vox? ¿Qué rol tiene la abstención en su crecimiento?
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El voto a Vox en las autonómicas está repartido de forma similar entre los municipios más y menos ricos, de acuerdo a la renta media anual por persona recogida en 2020 por el Atlas de distribución de renta de los hogares del INE.
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A pesar de ello, se puede observar una ligero aumento en la correlación entre porcentaje de voto y renta media conforme mayor es esta. Esto quiere decir que en general e indistintamente de los niveles de renta, el voto a los ultraconservadores se mantiene similar (entre la tercera y cuarta fuerza política) en municipios cuya población tiene mayor o menor poder adquisitivo.
En el País Valencià, el 12,06% de los empadronados en los municipios con rentas de entre 5.500 y los 12.500 euros netos (es decir, las más bajas) votaron al partido de Abascal. Un porcentaje similar al que conseguiría el partido en toda la comunidad: un 12,41% de los votos que lo situarían como la cuarta fuerza política.
Las cifras no bailan mucho si se observa el voto en municipios con rentas algo más altas. Vox recogió un 13,21% de los votos en las localidades con una renta media por persona de entre 12.500 y 19.800 euros, y un 11,73% en los que la renta individual osciló entre los 19.800 y 27.000 euros.
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En cambio, a modo de excepción, en Murcia, donde los verdes han alcanzado su mejor resultado (un 17,72% del total de votos), la relación entre renta y porcentaje de voto a Vox se acumula en los municipios con menos renta.
Los 118.546 votos a los ultraconservadores se repartieron por pueblos en los que la renta media por persona era de entre 5.500 y 12.500 euros al año.
En Navarra, donde Vox ha conseguido dos escaños, el porcentaje de votos dispersos por sus municipios ha crecido levemente conforme han descendido las rentas de sus habitantes. En la mayoría de los municipios de la comunidad foral Vox a logrado únicamente entre el 1% y el 8% de los votos.
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Por lo general, estas localidades tenían unas rentas que rondaban los 15.970 euros netos de media por persona que registró el territorio en 2022.
Es preciso recordar que las medias homogeneizan las rentas que se encuentran en el extremo más rico y más pobre de una población, por lo que en municipios con una fuerte desigualdad esta operación puede llegar a ocultar las tendencias de voto en ellos.
Esto es especialmente relevante al observar el comportamiento del voto en la Comunidad de Madrid, donde debido al tamaño de sus municipios las medias pueden esconder matices en la relación entre voto y renta.
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Si se tiene en cuenta la abstención, las diferencias entre renta y voto a Vox se aplacan aún más. En las autonómicas del 28 de mayo, en torno a un 27,5% y un 42,78% de los residentes censados no acudieron a las urnas.
Así, si entendemos la abstención como una opción política más, las diferencias en el voto a Vox entre las rentas más y menos altas pasan de 2,9 puntos porcentuales a menos de uno.
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La transversalidad generalizada del voto a Vox en los municipios en los que los ultraconservadores sumaron votos también se hace evidente si se toma como referencia el porcentaje de votos alcanzados por encima y por debajo de la renta media de cada comunidad autónoma.
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El porcentaje de voto a Vox es similar tanto para los municipios en los que se supera la renta media anual de la región como para los que están por debajo, aunque se puede observar una mayor acumulación de los votos en los primeros.
Más del 30% de los votos en pequeñas localidades rurales
A pesar de que País Valencià y la Región de Murcia han sido las autonomías donde Vox ha desembarcado con más fuerza, en ninguno de sus municipios este partido ha logrado más del 30% de los votos.
En cambio, en Aragón los conservadores ganaron ampliamente en pequeños pueblos como Embid de Ariza (Zaragoza) o Santa Cruz de Nogueras (Teruel), donde los menos de sus 30 residentes votaron por encima del 60% a Vox. Ambos pueblos rondan la renta media anual de la región, situada en los 14.015 euros por persona.
Algo similar sucede en otros pueblos de Castilla La Mancha y Extremadura en los que la ultraderecha ha logrado más del 30% de los votos. Todos ellos son pueblos pequeños, de menos de 300 habitantes, en los que la renta media se encuentra alineada con la de la comunidad, a excepción de Garvín (Cáceres), Tortuera (Guadalajara) y Torre del Burgo (Guadalajara), donde la renta media se encuentra entre unos escasos 7.000 y 10.000 euros netos por persona.
Militares, agricultores y clase media alta
En su último barómetro, publicado el pasado viernes 16 de junio, el CIS preguntó a los encuestados a qué partido recordaban haber votado en las las autonómicas del 28M. Un 6,7% de las personas que se consideran de clase media aseguraron haber votado a Vox.
Este estrato social sería el mayoritario en el recuerdo de voto a Vox, seguido del 6,4% de los votantes que se autoperciben como clase alta y media alta y que también dicen haber votado al partido ultraconservador el pasado 28M. La cifra contrasta con el más del 36% de los supuestos votantes del Partido Popular que se consideran clase media o media alta.
Respecto a lo que podría ocurrir en las generales del próximo 23 de julio, un 6,6% de los encuestados respondió, en tendencia similar, que votará a Vox. De acuerdo a su autopercepción dentro de la estructura social, un 8,5% de los votantes que se considera de clase baja o pobre dice que votaría a Vox, al igual que un 6,9% de los que creen pertenecer a una clase media alta.
En definitiva, lo que deja entrever la encuesta es que Vox no es la opción preferida para los votantes de uno u otro grupo social, pero que su apoyo oscila entre los dos extremos sociales, a pesar de que a la hora de votar quienes depositen definitivamente su papeleta en las urnas sean las clases medias altas.
Además, el partido a la derecha del PP también genera simpatía en un 7,4% de las personas encuestadas. De ellas, un 9,1% (la cifra más alta) también se considera de clase alta o media alta.
Desde su irrupción en la esfera mediática y política en 2018, el partido ha encontrado en los conflictos agrarios y ganaderos uno de sus filones discursivos. La caza, el agua, el consumo de carne o la tauromaquia se entrelazan en la narrativa de la formación de extrema derecha tejiendo una estrategia que busca aglutinar el apoyo a dichas causas.
Y aunque, según el CIS, la mayoría de los agricultores y trabajadores agropecuarios, forestales y pesqueros (un 37%) recuerdan haber votado al Partido Popular el pasado 28M, Vox habría rascado otro 22% de los votos de este sector productivo. El otro grupo laboral a destacar son los militares, que, según el organismo sociológico, votó en un 38,8% a los ultraconservadores.
La fragmentación de la izquierda, la falta de un proyecto movilizador, la alta abstención vinculada a la desafección de los votantes de izquierda o el castigo a Pedro Sánchez son algunas de las muchas teorías que explican el viraje de España a la derecha. Esta inercia, según el barómetro de junio, podría darle a Vox un 10,6% de los votos en las próximas generales, siendo la cuarta fuerza más votada.
Impacto de Vox en los gobiernos autonómicos y municipales
El primer Parlamento autonómico en el que Vox obtuvo representación fue el andaluz. El 2 de diciembre de 2018, un 10,96% (396.607 personas) de los empadronados en Andalucía votaron al partido de ultraderecha, si bien en aquella ocasión la abstención llegó a superar los 2,8 millones de personas.
Liderados en aquel entonces por el exjuez Francisco Serrano, actualmente investigado por fraude y estafa en la concesión de una subvención, Vox no llegó a entrar en el gobierno, pero sí pactó algunas medidas con el Partido Popular, en la presidencia de la autonomía desde entonces.
Los puntos centrales de aquel acuerdo programático fueron, entre otros, la creación de una consejería de Familia, que finalmente se integraría dentro de la de Sanidad; el impulso a la educación privada, y la reducción de impuestos, en especial el de sucesiones, que Moreno Bonilla (PP) lleva promocionando desde entonces.
La mayoría absoluta lograda por el PP en las elecciones autonómicas de 2022 no hizo necesario de nuevo el apoyo de Vox. Aún así, los azules decidieron tener un gesto con el que será su aliado político habitual tras la desaparición de Ciudadanos y cedieron un sillón en la Mesa del Parlamento a la parlamentaria de Vox, María Mercedes Rodríguez Tamayo.
Tras el 28M, Vox se sentará definitivamente en la mesas de, al menos, el Parlamento Autonómico del País Valencià, donde ocupará la vicepresidencia con la consellería de Cultura, además dirigir las de Agricultura y Justicia. Además, unos días antes de la fecha límite para la conformación de los gobiernos municipales, Vox y PP cerraron un acuerdo para gobernar en Valladolid, Burgos, Toledo y Ciudad Real, entre otras ciudades.
El desembarco de la ultraderecha en estas localidades augura importantes cambios. Por ejemplo, en Ciudad Real y Orihuela (Alicante), han suprimido las concejalías de Igualdad en pro de la creación de una de Familia.
En Castilla y León, donde llevan un año de gobierno junto a los populares, los sindicatos han visto recortadas las ayudas y subvenciones públicas. Aunque, sin duda, la medida que tuvo un mayor impacto fue la creación de un protocolo antiaborto que hizo más ruido de lo que duró. Además, en términos discursivos, Vox continúa su batalla contra la memoria histórica, el feminismo o la inmigración.
Sobre el libro:

En este libro encontrará el fruto de una investigación o, para ser más exactos, una parte. El contexto es el de una crisis profunda que se inicia en España y que se extiende en el tiempo sin que se encuentre una solución a la misma. En el libro le introduzco a una parte de esos partidos llamados partidos de «derecha» en un momento concreto. Así se encontrará con una serie de partidos que son incapaces de ponerse de acuerdo y por tanto una conclusión posible es la imposibilidad de que un sistema funcione. La necesidad de sobrevivir del «modelo constitucional republicano» tremendamente dividido, la existencia de una revolución comunista y el miedo en los partidos de «derecha» conducirá a buscar una solución temporal como es el enfrentamiento armado. La búsqueda del ejército lleva al apoyo de una parte del mismo a esa solución temporal. ¿Qué ocurrió? Que será el ejército el que nombre un «jefe» militar temporal hasta el final del conflicto armado, pero entenderá este que no hay una mínima base política coherente y aglutinadora en esos partidos de la «derecha» y así esa solución temporal se va alargando hasta que solo «ese jefe temporal», elegido por los militares, sea el que decida qué va a ocurrir en España.
Sobre el autor:

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Sobre el libro:

En este libro encontrará el fruto de una investigación o, para ser más exactos, una parte. El contexto es el de una crisis profunda que se inicia en España y que se extiende en el tiempo sin que se encuentre una solución a la misma. En el libro le introduzco a una parte de esos partidos llamados partidos de «derecha» en un momento concreto. Así se encontrará con una serie de partidos que son incapaces de ponerse de acuerdo y por tanto una conclusión posible es la imposibilidad de que un sistema funcione. La necesidad de sobrevivir del «modelo constitucional republicano» tremendamente dividido, la existencia de una revolución comunista y el miedo en los partidos de «derecha» conducirá a buscar una solución temporal como es el enfrentamiento armado. La búsqueda del ejército lleva al apoyo de una parte del mismo a esa solución temporal. ¿Qué ocurrió? Que será el ejército el que nombre un «jefe» militar temporal hasta el final del conflicto armado, pero entenderá este que no hay una mínima base política coherente y aglutinadora en esos partidos de la «derecha» y así esa solución temporal se va alargando hasta que solo «ese jefe temporal», elegido por los militares, sea el que decida qué va a ocurrir en España.
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