Según la Real Academia Española (RAE), literatura es el «arte de la expresión verbal»1​ (entendiéndose como verbal aquello «que se refiere a la palabra, o se sirve de ella»2​) y, por lo tanto, abarca tanto textos escritos (literatura escrita) como hablados o cantados (literatura oral). En un sentido más restringido y ‘neotradicional’ (ya que las primeras obras literarias fueron compuestas para ser cantadas o recitadas), es la escritura que posee mérito artístico y que privilegia la literariedad, en oposición al lenguaje ordinario de intención menos estética y más práctica. El término literatura designa también al conjunto de producciones literarias de una lengua, de una nación, de una época o incluso de un género (la literatura griega, la literatura del Siglo xviii, la literatura fantástica, etc.) y al conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, jurídica, etc.). Es estudiada por la teoría literaria.

El concepto de literatura ha cambiado con el tiempo por ser parcialmente subjetivo; en su sentido genérico es el conjunto de cualquier producción escrita u oral de una nación, época o género y, en su sentido restrictivo, se considera que debe tener un valor estético o intelectual.1

La literatura es una de las Bellas Artes y una de las más antiguas formas de expresión artística, caracterizada, según el Diccionario de la Real Academia Española, por la “expresión verbal”. Es decir que alcanza sus fines estéticos mediante la palabra, tanto oral como escrita. Sin embargo, nunca resulta fácil justificar qué cosa es y qué cosa no es literatura, ya que este se trata de un concepto construido históricamente. Así, fue revisado y redefinido numerosas veces a lo largo del tiempo, y existen muchas definiciones posibles .

Uno de los rasgos singulares de la literatura es su uso del lenguaje, que a menudo se denomina la “lengua literaria”, y que se diferencia del uso ordinario o cotidiano. Su uso particular del lenguaje persigue la belleza y la reflexión sobre sí mismo, no solo mediante el empleo de tropos y figuras retóricas, sino también de un sentido particular del ritmo.

A esto, además, deben sumarse los permisos que da la ficción: situaciones, imágenes y relatos provenientes de la imaginación o de la realidad misma, pero filtrados a través de la subjetividad.

La literatura es un campo de estudio en sí mismo: sirve de objeto de estudio a la teoría literaria y a la crítica literaria, así como a la filología e historia de la literatura. Por otro lado, puede hablarse también de literatura en un sentido no vinculado con el arte, sino referido a un conjunto organizado de saberes y textos en torno a un tema: “literatura médica” o “literatura técnica”, por ejemplo.

Decía Mortimer Wheeler que el arte romano había sido tratado injustamente tanto por amigos como enemigos. “Por un lado, comparaciones engañosas con el arte griego o helenístico han distorsionado sus méritos propios; por otro, investigaciones tendenciosas lo han abstraído de su contexto y lo han aislado de la perspectiva de una evolución intelectual más amplia, perdiéndose en disquisiciones menores” (1).

Si a esta situación le unimos el extraordinario protagonismo que le conferimos dentro de la arquitectura romana a las grandes construcciones destinadas a espectáculos (circos, anfiteatros y teatros), el culto (templos y mausoleos) o la vida cotidiana (villas, puentes, calzadas), podemos comprender el escaso interés que, a excepción de la gran villa de Adriano en Tívoli, han despertado los palacios imperiales de Roma.

captura-1
Fragmento del libro. Foto: Desperta Ferro.

Es esta residencia imperial de la antigua Tibur, mandada construir por el emperador viajero, la que provoca los mayores elogios del gran arqueólogo británico, que la considera, incluso en ruinas, “la más fantástica creación material del genio romano: de un genio romano peculiar, que había viajado lejos y experimentado mucho, que había aprendido a temperar la práctica y el sentimiento con la razón” (2)

“Palacios imperiales de la Roma antigua” es, en definitiva, un documentado paseo por las residencias de los personajes más relevantes de la historia de Roma

Pero hubo muchas más residencias imperiales, y republicanas, repartidas en todos los confines del mundo romano. Desde el palacio de César en Alejandría hasta las residencias reales de Herodes el Grande en Cesarea y Jerusalén; desde la villa Iovis en Capri hasta las construcciones del Palatino en Roma; desde el palacio de Diocleciano en Split hasta el de Justiniano en Constantinopla. Un despliegue de arquitectura suntuosa y elegante, en ocasiones extravagante, reflejo del poder que acumuluban sus moradores.

Este recorrido es el que se nos propone en “Palacios Imperiales de la Roma Antigua” (Desperta Ferro, 2016), de Jean-Claude Golvin y Catherine Salles. Se trata de un magnífico complemento de otros dos libros del gran dibujante, editados en castellano por Desperta Ferro“Ciudades del mundo antiguo” y “Viaje por el Antiguo Egipto”. No estamos ante fabulaciones ilustradas, sino ante un trabajo riguroso de recreación en el que Golvin echa mano de sus conocimientos en arquitectura y del testimonio de arqueólogos e historiadores para presentarnos postales que son verdaderas ventanas al pasado.

Los dibujos vienen acompañados de una interesante contextualización histórica, en la que se nos habla de cada uno de los emperadores, de la zona en la que se enclavan sus residencias y del momento histórico que los rodea, así como también fragmentos de fuentes históricas en los que estas residencias aparecen como protagonistas.

Los palacios imperiales son un despliegue de arquitectura suntuosa y elegante, en ocasiones extravagante, reflejo del poder que acumuluban sus moradores

“Palacios imperiales de la Roma antigua” es, en definitiva, un documentado paseo por las residencias de los personajes más relevantes de la historia de Roma. Una oportunidad para conocer una parte de la historia del Imperio de una forma amena y enormemente didáctica.

Notas

(1) WHEELER, M. (1964:1995): “El arte y la arquitectura de Roma”. Destino, Barcelona. P. 7.

(2) Op. Cit. p. 138.

Autor

Mario Agudo Villanueva

Emilia Pardo Bazán: la genio

 

Fue la primera gran periodista española, escribiendo sin cesar desde 1876 hasta su muerte. ‘La Mujer Española’ es acaso el libro más importante y menos conocido del feminismo español.

 

No hay en la cultura española moderna fenómeno de personalidad, creatividad, gracia, hondura y libertad, de genio en suma, como Doña Emilia Pardo Bazán. Entre los novelistas del XIX, sólo la superan Galdós y Clarín. Entre los intelectuales de signo liberal no hay media docena comparable.

 

Es también la primera gran periodista española, escribiendo sin cesar desde 1876 hasta su muerte; fue la primera corresponsal en el extranjero -Roma y París-; fundó y dirigió el Nuevo Teatro Crítico; recogió en La cuestión palpitante su textos sobre estética naturalista en La Epoca; y reunió sus grandes artículos feministas de La España Moderna en La Mujer Española, acaso el libro más importante y menos conocido del feminismo español. Conquistó, en fin, un lugar de honor en nuestras letras -cuando reverdecían-, y supuso en la sociedad de la Restauración un terremoto permanente, una perpetua novedad.

 

Todo lo hizo a pesar de ser mujer, sin dejar de ser mujer y reivindicando su condición de ser mujer. Cuando no había cuotas ni discriminaciones positivas, Doña Emilia fue un ejemplo para muchos españoles de lo que significaba la igualdad de los sexos en libertad. Le costó no pocos sinsabores, pero tuvo el orgullo y la categoría de no quejarse jamás. Vivió casi cuanto quiso, casi como quiso y casi de lo que quiso. Dejó una obra admirable que se leerá en el siglo XXI con más gusto y reconocimiento que en el siglo XX. Y aunque su nombre ande hoy perdido en la Universidad rumiante y en la edición académica, acabará como personaje de película, porque lo es.

 

Cuando no había cuotas ni discriminaciones positivas, Doña Emilia fue un ejemplo para muchos españoles de lo que significaba la igualdad de los sexos en libertad.

 

Nació en La Coruña -Marineda en sus novelas- el 16 de septiembre de 1851. Heredó el liberalismo de su padre, Don José, y el carácter abierto, emprendedor e independiente de su madre, Doña Amalia de la Rúa. Su infancia fue un paseo entre bibliotecas, de la estupenda de su casa a la de otra condesa admirable, la de Espoz y Mina, cuyas Memorias son uno de los grandes retratos de nuestro siglo XIX.

 

Leyó siempre con prisa, con fruición, con ferocidad. Literatura y política andaban juntos en aquellos años. Y la familia de Pardo Bazón leía al Duque de Rivas, a Quintana, a su paisano Nicomedes-Pastor Díaz y a Zorrilla. Emilita idolatraba al autor del Tenorio.

 

 

Y tanto como leyó quiso que la leyeran. Su indiscutible biógrafa Carmen Bravo Villasante cuenta que, de muy niña, arrojaba desde el balcón papelitos con versos patrióticos a los soldados que volvían de Africa, y que, en otra ocasión, propinó una oda al veterano conspirador y sempiterno galán Don Salustiano Olózaga, de visita en su casa. Abandonó pronto y, casi del todo, el verso por la prosa. También, de alguna forma, la soltería por el matrimonio, a los 17 años. Duró poco el connubio, sustituido por un discreto acuerdo de separación como pareja y continuidad familiar.

 

Adoraba a sus hijos, en especial a Jaime, al que dedicó un libro de poemas con su nombre como título que le editó uno de sus mentores de adulta, Don Francisco Giner de los Ríos. El marido, Don José Quiroga, se sometió con apreciable dignidad al seísmo con faldas que lo arrasó desde los 15 años.

 

Doña Emilia, como Galdós, Pereda y otros forzados de la pluma en su tiempo, escribió mucho: artículos, cuentos, novelas, ensayos y reportajes.

 

Con sólo 25 años, derrotó en un certamen de ensayo a Concepción Arenal, con una obra sobre el Teatro del Padre Feijóo. Tardó un poco en cogerle el aire al género narrativo: Pascual López (1879), obra estudiantil e iniciática, y Un viaje de novios (1881), novela y crónica de balnearios europeos ricos. Pero con La Tribuna (1882) logra su primera obra redonda, dentro de la estética naturalista a la que dedicó el ensayo ya citado, La cuestión palpitante, prologado por Clarín y criticado por casi todos, menos Galdós.

 

No es, como se ha dicho, la primera vez que aparece la mujer en un ambiente obrero, ya que la novela primogénita del realismo folletinesco español es María o la hija de un jornalero, pero el personaje de la cigarrera y revolucionaria Amparo, tan moderno, delicado y complejo, es el primero arrollador y con estilo. Un pregón feminista en un reloj de precisión.

 

Tras retratar lo urbano, Doña Emilia, que pasaba largas temporadas en su hermosa casa del Pazo de Meirás, y después de un par de tanteos, Bucólica (1884) y El Cisne de Villamorta (1885), escribe el gran fresco rural, recreando a su gusto un campo gallego violento, sensual, lleno de contrastes sociales y culturales, en dos obras formidables: Los pazos de Ulloa (1886) y La madre naturaleza (1887):

Escribiendo a novela por año, nuestra autora no deja de cultivar el llamado naturalismo, que hoy nos parece simplemente una literatura sin censura y con predilección por los conflictos sociales y sexuales, o sea, naturales. La piedra angular, publicada casi un lustro después, es el epílogo de este denso y coherente trayecto literario.

 

Pudo ser la primera presidenta del Ateneo y debió ser la primera Académica de la Lengua, pero lo impidieron las resistencias machistas y las envidias femeniles

 

Pero entre sus dos grandes obras rurales, Doña Emilia publica dos obritas fascinantes, madrileñas y autobiográficas. Morriña cuenta un amor fatal con tintes adúlteros y de intriga. Insolación es tal vez so obra más redonda, más nítida y atrevida, de técnica portentosa y actualísima.

 

Es la historia de una seducción en los derribos, aceras, afueras y ferias de Madrid. Pero una seducción que no es caída ni tragedia, como en la obra anterior, sino crónica precisa de la fatalidad de las circunstancias, del destino en detalle. Puede considerarse también una descripción muy libre, aunque sin estridencias, del deseo femenino, de su inclinación al sexo inconveniente cuando la ocasión la pintan calva. Fue un escandalazo.

 

Y es que casi todos vieron en aquellos dos relatos que la condesa de Pardo Bazán no sólo se complacía en mostrar los apetitos crudos y las relaciones salvajes en la naturaleza semifeudal gallega sino que desnudaba en público, ante el Todo Madrid, sus propias historias de alcoba.

 

Vivía Doña Emilia el apogeo de su popularidad y era el blanco de todas las controversias y el perejil de todas las salsas. Pudo ser la primera presidenta del Ateneo y debió ser la primera Académica de la Lengua, pero lo impidieron las resistencias machistas y las envidias femeniles. Si unos detestaban que se metiera en cosas de hombres, otras le envidiaban su fama y su libertad como mujer. La odiaban porque hacía lo que ellas ni se atrevían a pensar.

 

¿Exposición Universal de París? Allí está Doña Emilia, que se ha atrevido a llevarle la contraria en un café a Víctor Hugo, asistiendo a la inauguración y contándola en la prensa. ¿Llega la novela rusa? Pues ahí está Doña Emilia presentándola por la versión francesa en tres célebres conferencias madrileñas, luego editadas en libro. ¿Y quién está en primera fila? Pues su próximo amante: el mismísimo Galdós. Compréndase la envidia ante el fenómeno.

 

¿Exposición Universal de París? Allí está Doña Emilia, que se ha atrevido a llevarle la contraria en un café a Víctor Hugo, asistiendo a la inauguración y contándola en la prensa

 

Pasión crepuscular y relativa, respetuosa y simpática, ésta de Doña Emilia y Don Benito, que ambos simultanean con otras atenciones amorosas: él, mantenidas pobres y amantes ricas; ella, amoríos fulminantes con jóvenes como Lázaro Galdiano y Narcís Oller. La fuerte y la que traiciona es ella, pero se hace perdonar.

 

Galdós le llevaba 10 años pero tenía un gran porte, mientras ella, que nunca fue guapa, estaba cetácea, pero las cartas explican de forma hilarante y tierna por qué resultaba tan atractiva. Era una fuerza de la naturaleza y tenía en el coloquio íntimo una gracia chamberilera impensable en una condesa gallega con sus años y arrobas. Por eso era irresistible.

 

Las broncas tampoco la dejaban indiferente. En Una Cristiana y La Prueba, de 1890, parece trabar polémica a través de la ficción con algunos de sus detractores morales, como el Padre Coloma, Menéndez Pelayo y Pereda. La diferencia de edad entre enamorados, el cruce de afectos o deberes familiares y el remordimiento religioso prueban en ambas novelas que Doña Emilia tenía más en cuenta la opinión de lo que aparentaba. Adán y Eva, que agrupa Memorias de un solterón (1891) y Doña Milagros (1894), parece la justificación del romance galdosiano. Pero en La Quimera (1895) vuelve al aguafuerte para retratar aquel Madrid polvoriento y bizcochable.

 

Doña Emilia presumía de trabajar para vivir, y no paraba.

 

En La sirena negra (1898) se confesó por última vez. Publicó seis libros de cuentos y el erudito Varela Jácome ha descubierto una novela inédita: Selva. Cuando se fue, el 12 de mayo de 1921, había conseguido el título de Catedrática de Literaturas Neolatinas y su artículo póstumo se tituló: El aprendiz de helenista. Dicen que murió pero está vivísima.

La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.

Platón

No hay caminos para la paz; la paz es el camino.

Mahatma Gandhi

Estar preparado es importante, saber esperarlo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.

Arthur Schnitzler

 

Según la Real Academia Española (RAE), literatura es el «arte de la expresión verbal»1​(entendiéndose como verbal aquello «que se refiere a la palabra, o se sirve de ella»2​) y, por lo tanto, abarca tanto textos escritos (literatura escrita) como hablados o cantados (literatura oral). En un sentido más restringido y ‘neotradicional’ (ya que las primeras obras literarias fueron compuestas para ser cantadas y/o recitadas), es la escritura que posee mérito artístico y que privilegia la literariedad, en oposición al lenguaje ordinario de intención menos estética y más práctica. El término literatura designa también al conjunto de producciones literarias de una lengua, de una nación, de una época o incluso de un género (la literatura griega, la literatura del siglo XVIII, la literatura fantástica, etc.) y al conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, jurídica, etc.). Es estudiada por la teoría literaria.

El concepto de literatura ha cambiado con el tiempo por ser parcialmente subjetivo; en su sentido genérico es el conjunto de cualquier producción escrita u oral de una nación, época o género y, en su sentido restrictivo, se considera que debe tener un valor estético o intelectual.314

Hasta el siglo XVII, lo que actualmente denominamos «literatura» se designaba como poesía o elocuencia. Durante el Siglo de Oro español, por poesía se entendía cualquier invención literaria, perteneciente a cualquier género y no necesariamente en verso, entendiéndose por tal tres tipos fundamentales de «poesía / literatura»: la lírica (propia del canto, en verso), la épica (propia de la narración, en verso largo o prosa) y la dramática (en diálogo)5​. A comienzos del siglo XVIII se comenzó a emplear la palabra «literatura» para referirse a un conjunto de actividades que utilizaban la escritura como medio de expresión. A mediados de la misma centuria, Lessing publica Briefe die neueste Literatur betreffend, donde se utiliza «literatura» para referirse a un conjunto de obras literarias. A finales del siglo XVIII, el significado del término literatura se especializa, restringiéndose a las obras literarias de reconocida calidad estética. Este concepto se puede encontrar en la obra de MarmontelEléments de littérature (1787), y en la obra de Madame de StaëlDe la literatura considerada en relación con las instituciones sociales.

 

En Inglaterra, en el siglo XVIII, la palabra «literatura» no se refería solamente a los escritos de carácter creativo e imaginativo, sino abarcaba el conjunto de escritos producidos por las clases instruidas: cabían en ella desde la filosofía a los ensayos, pasando por las cartas y la poesía. Se trataba de una sociedad en la que la novela tenía mala reputación, y se cuestionaba si debía pertenecer a la literatura. Por eso Eagleton sugiere que los criterios para definir el corpus literario en la Inglaterra del siglo XVIII eran ideológicos, circunscritos a los valores y a los gustos de una clase instruida. No se admitían las baladas callejeras ni los romances, ni las obras dramáticas. En las últimas décadas del siglo XVIII apareció una nueva demarcación del discurso de la sociedad inglesa. Eagleton nos cuenta que surge la palabra «poesía» como un producto de la creatividad humana en oposición a la ideología utilitaria del inicio de la era industrial. Tal definición la encontramos en la obra A Defence of poetry (1821) de Shelley. En la Inglaterra del Romanticismo, el término «literato» era sinónimo de «visionario» o «creativo». Pero no dejaba de tener tintes ideológicos, como en el caso de Blake y Shelley, para quienes se transformó en ideario político, cuya misión era transformar la sociedad mediante los valores que encarnaban en el arte. En cuanto a los escritos en prosa, no tenían la fuerza o el arraigo de la poesía; la sociedad los consideraba como una producción vulgar carente de inspiración.

En busca de la definición de los conceptos «literatura» y «literario», surgió la disciplina de la teoría de la Literatura, que empieza por delimitar su objeto de estudio: la literatura. No hay una definición unívoca del término, ya que dependerá del crítico literario que la defina, como así también de la época y del contexto que la define. Sin embargo, los primeros estudiosos que se preocuparon por el estudio de esta disciplina son los llamados formalistas rusos.

A comienzos del siglo XX, el Formalismo ruso se interesa por el fenómeno literario, e indaga sobre los rasgos que definen y caracterizan dichos textos literarios, es decir, sobre la literaturidad de la obra. Roman Jakobson plantea que la literatura, entendida como mensaje literario, tiene particularidades de tal forma que la hacen diferente de otros discursos; ese interés especial por la forma es lo que Jakobson llama «función poética», por la que la atención del emisor recae sobre la forma del mensaje (o, lo que es lo mismo, hay una «voluntad de estilo» o de estilizar el lenguaje por parte del escritor). En efecto, hay determinadas producciones lingüísticas cuya función primordial es proporcionar placer literario, un deleite de naturaleza estética, producido por la belleza, en relación con el pensamiento aristotélico. El lenguaje combinaría en sus elementos más simples dos tipos de elementos: redundancias, recurrencias o repeticiones rítmicas formales y de contenido semántico, esto es, analogías, por un lado, y por el otro, desvíos de la norma, para alejarse del lenguaje común, causar extrañeza, renovar: la llamada anomalía; de ese modo se impresiona la imaginación y la memoria y se llama la atención sobre la forma del mensaje, su peculiar forma expresiva. De ambas tendencias, la rítmica o repetitiva es popularizante, y la segunda, por el contrario de sesgo aristocratizante.

El lenguaje literario sería uno estilizado y con una trascendencia particular, destinado a la perdurabilidad; muy diferente de las expresiones de la lengua de uso común, destinada a su consumo inmediato. La literatura, por otra parte, exige por tradición un respaldo sustentable: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha no habría podido escribirse si no hubieran existido antes los libros de caballerías.

Wolfgang Kayser, a mediados del siglo XX, plantea cambiar el término «Literatura» por el de Belles Lettres, diferenciándolas del habla y de los textos extraliterarios, en el sentido de que los textos literario–poéticos son un conjunto estructurado de frases portadoras de un conjunto estructurado de significados, en el que los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creándose así objetividad y unidad propias.

Raúl H. Castagnino, en su libro ¿Qué es la literatura?, indaga sobre el concepto y cómo se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según Castagnino, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura. Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término «aliteratura» en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine. Todas estas especificaciones hacen de la literatura una propuesta que depende de la perspectiva desde la que se enfoque. Así, Castagnino concluye que los intentos de delimitar el significado de «literatura», más que una definición, constituyen una suma de adjetivaciones limitadoras y específicas.

Si se considera la literatura de acuerdo con su «extensión y su contenido», la literatura podría ser universal, si abarca la obra de todos los tiempos y lugares; si se limita a las obras literarias de una nación en particular, es Literatura nacional. Las producciones, generalmente escritas, de un autor individual, que, por tener conciencia de autor, de creador de un texto literario, suele firmar su obra, forman parte de la literatura culta, mientras que las producciones anónimas fruto de la colectividad y de transmisión oral, en ocasiones recogidas posteriormente por escrito, conforman el corpus de la literatura popular o tradicional.

Según el «objeto», la literatura será preceptiva si busca normas y principios generales; «histórico-crítica» si el enfoque de su estudio es genealógico; «comparada», si se atiende simultáneamente al examen de obras de diferentes autores, épocas, temáticas o contextos históricos, geográficos y culturales; «comprometida» si adopta posiciones militantes frente a la sociedad o el estado; «pura» si sólo se propone como un objeto estético; «ancilar», si su finalidad no es el placer estético sino que está al servicio de intereses extraliterarios.

Según los «medios expresivos y procedimientos», Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios universales, que se encuentran, más o menos desarrollados, en cualquier cultura; «lírico», «épico» y «dramático». Manifestaciones líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; épicas, las que se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante modos narrativos, y dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicándose a través de un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir además el didáctico.

El teórico Juan José Saer postula que la literatura es ficción; es decir que todo lo que leemos como literatura no tiene referencia directa en el mundo real.6​Lo literario sólo existe en relación con el texto en el cual aparece. Pero la literatura, aunque resulte paradójico, es profundamente verdadera: su autenticidad pasa por reconocerse como ficción y hablar de lo real desde allí. Saer afirma, además, «que la verdad no es necesariamente lo contrario de la ficción», y que cuando optamos por la práctica de la ficción no lo hacemos con el propósito turbio de tergiversar la verdad. En cuanto a la dependencia jerárquica entre verdad y ficción, según la cual la primera poseería una positividad mayor que la segunda, es, desde luego, en el plano que nos interesa, «una mera fantasía moral».

El fenómeno literario ha estado siempre en constante evolución y transformación, de tal modo que el criterio de pertenencia de una obra a la literatura puede variar a lo largo de la historia, según varía el concepto de «arte literario».

Desde este punto de vista, la literatura es un arte. Una actividad de raíz artística que aprovecha como medio el lenguaje, la palabra que se convierte en viva por medio de escritos. Por lo tanto, es una actividad que no discrimina género, ni motivos, ni temáticas.

m


m

 

Luis Miguel Riera de la Plaza

Amar es luchar. No me cuente cuentos. Autor: Don Luis Riera

 

Las disputas conyugales son una realidad o una realidad encubierta que no aflora, pero que se encuentra ahí presente y latente. Armonía, amor ideal e ir a las nubes con su pareja ¿todo eso es utopía?  La realidad que usted no debe de olvidar es que cuando amamos debemos de luchar, pero esa lucha no es una lucha destructiva ya que el amor no es destrucción. Cuando no hay amor no se lucha y esto usted debe de entenderlo bien ya que lo es con su esposo como con sus amigos. El amor no tiene límites. El amor no se restringe a unos pocos. El amor tiene un sentido amplio. El amor no es restringido. Ese “Amo a estos porque me interesa, odio a aquellos que van contra mí y paso del resto” ¿Qué es eso? Parece más una estrategia de combate social que amor. El amor no es eso. Es algo que parece simple, pero que le cuesta mucho al ser humano llevarlo a la práctica. Aquí meto una cuña sobre una pregunta, una persona que dice haber amado a su mujer y haber tenido muchos odios con otras personas sea por negocio o lo que sea no es creíble que esa persona realmente ame a su esposa. Puede creerlo ya que el ser humano se ha preparado para creer muchas cosas inciertas de la vida, pero usted debe de coger la diferencia.

 

Si usted cree que al no decir nada, funcionará por sí mismo, ¿estás equivocado? No, está muy equivocado. El amor no se sobre entiende y por eso no se dice. No. Es así muy fácil que una persona conozca si su pareja le ama o no. Con el tiempo, las razones de la discordia continúan haciendo su pequeño trabajo de socavar la relación y ante la más mínima chispa todo explota y como ingenuos se preguntan ¿Qué ha pasado?  Como tontitos se pregunta y piensan que les separo. ¿Cuál fue el motivo real de su separación?  Y es que lo latente estallo. Usted entienda que el ser humano es bastante burro y en esto que  tiene el poder de hacer más daño todavía. En esta versión usted puede encontrar que en este estado nada explote. Los intereses, la sociedad creada basada no tanto en el amor como en lo material no van a hacer que se pierda lo importante que es por supuesto lo material. La felicidad y el amor quedan relegados a un segundo término y muchas mujeres dicen estar enamoradas todavía de sus amantes esposos. ¿Es complicado el ser humano? Lo es.

 

Si usted quita esta comunidad de interés que tienen algunas personas y que llaman matrimonio en el resto lo normal es que el resentimiento se infiltra en la relación y contamina los momentos de felicidad, pero no deben de olvidar que los de la pareja y los de su familia y entorno. Recuerdo un caso en que decían que ellos no contaminaban el entorno, pero tanto él como ella tenían relaciones con los vecinos de forma discreta. Contaminaban otras parejas ya que ellos tenían una situación explosiva y los hijos tenían un montón de problemas ya que ese “nuestros hijos no saben nada” no era cierto.  No puede decirse que el ser humano sea un depredador – destructor nato.

Todos tienen el derecho de decir clara y simplemente qué es lo que lo enoja. Si tiene problemas para imponerse la cosa va mal ya que no es cuestión de imponerse y si de  entender lo que les ocurre.   Otra cosa es que haya que configurar un sistema de tiempo alternativo para hablar ¿es eso malo? No. Si el fin es entender lo que pasa. ¿Podemos hacer una crítica social? Podemos o al menos se debe de plantear.  El divorcio no es la cuestión. La cuestión es el número de pareja que llegan al mismo sin saber el motivo real del mismo. Si bien nuestra sociedad entendió que el divorcio debía de ser legal en unos tiempos que son radicalmente diferente. Muy diferente. Una sociedad que debe de buscar el bien social.  ¿Se debería de modificar la ley del divorcio? ¿Pueden dos personas separase sin saber el motivo real y tener la custodia de sus hijos?

 

En esta súper fase destructiva el ser humano puede hacerlo todavía peor y aparecen las falsas reconciliaciones que evitan el problema en lugar de enfrentarlo. ¿Para qué vamos a entrar en la cuestión del problema?  La reconciliación es imposible y es mejor realizarla inmediatamente que dejarla seis meses después. No es suficiente tener un fin de semana romántico en para encontrarse. Si usted ama puede encontrar ese amor en su misma casa. No se complique la vida con cosas extrañas. Las reconciliaciones sinceras con viajes se pusieron de moda y hay que pensar en que el amor no es dinero. Además de que la cosa esta cruda y puede estar todavía peor.

 

Si uno acepta todo por miedo a perder al otro, si el otro se inclina sin convicción, el enfrentamiento final es muy jodido.  Más jodido y con más miedo que una novela del King. Si realmente quiere resolver un problema y encontrar un buen acuerdo usted tiene que quererlo sinceramente, pero con esto un montón de cosas de la vida.  Si usted no quiere ir a un médico no le pueden obligar. Si usted no quiere conducir no le pueden obligar. Si usted no quiere tener dinero en un banco usted no tiene por qué tenerlo. Estos son algunos ejemplos y si usted se fija bien  la gente le obliga ir al médico y hasta le inventan enfermedades para que vaya. Si usted no sabe conducir no puede trabajar. Si usted no tiene el dinero en el banco le obliga el sistema a tenerlo. En el fondo todo ello nos obliga a trabajar para consumir y decimos que queremos y nos creemos que queremos consumir. La pregunta es ¿Esto hace un mundo más feliz? ¿Esto mantiene una relación de pareja más feliz?

 

En este contexto usted debe de encauzar esas reconciliaciones en la que hay estallidos de lágrimas para ablandar a la pareja  y lograr la reconciliación. ¿Está  jugando con los sentimientos? Lo está y eso no es una buena solución, pero muchos seres humanos quieren creer que lo es y perdonan. ¿Esta esto último dicho con segunda intención para que usted recapacite? Siiiii. El ser humano debe de perdonar ya que si no perdona termina envenenado, pero una cosa es perdonar y otra volver con la pareja. La confusión mental de muchas parejas en este punto es total.

 

Por el momento, el otro está desarmado, emocionado, incluso con lástima por las lágrimas. La pregunta “¿Todavía me ama?” Es tonta, pero cuela, pero  ya es hora de que las personas empiecen a despreciar este tipo de técnica asquerosa que juega con los sentimientos de las personas. Es en este sentido en el que ya les hable de ese borrar personas  de sus vidas y que muchos no entienden. Juegan con usted y usted entra en el juego ¿Qué tiene? Nada y en el fondo usted lo sabe y sabe perfectamente que no es feliz y además le hacen daño, pero usted se prestó a ese juego. Muchas personas creen que es mejor este sistema de envenenamiento progresivo a cortar simplemente por lo sano.

 

Dentro de esta forma destructiva del ser humano se puede ir más allá con el llamado chantaje, pero también debe de entender que el chantaje emocional esta a la orden del día. Nada debe de hacerse si no se quiere. Si su marido no quiere ir al parque con sus hijos no es normal, pero no puede decirle si vas te daré esto. Si la actitud de un padre es mala no es menos  la del  que propone.

 

¿Quién está equivocado, quién tiene razón? ¿Cuál es mi parte de responsabilidad en este conflicto? ¿Dónde está el problema? Estas son las preguntas correctas para hacer después de una discusión. Otras no llevan a nada. Para estar bien reconciliado, primero hay que entender la cuestión subyacente del conflicto, tomarse el tiempo para buscar y sacar lo que se niega a confesar. ¿Con malos modos? Nooooo, pero hay que sacarlo. Es por ello que le planteaba un cambio en la cuestión del divorcio ya que los tiempos no son los mismos. La vida ya no es la misma. Las cosas han cambiado y el fin social  debe de prevalecer.  El divorcio rápido y con rencores y avenamientos ¿Qué clase de personas deja en la sociedad? “Ese  su problema” es algo que podía ser válido antes, La sociedad ha cambiado. Esas personas están insertas en la sociedad y su negatividad termina influyendo a la misma. Todos nos debemos a todos en la medida de nuestras capacidades para lograr una sociedad equilibrada y más sana. 

Antropización

 

 

Transformación del terreno para agricultura en Vietnam.

La antropización es la transformación que ejerce el ser humano sobre el medio, ya sea sobre el biotopo o la biomasa. También un animal que interactúa permanentemente con un humano puede ser antropizado conductualmente.

 

Transformación conductual antrópica sobre los seres vivos

La permanente interacción de los animales domésticos con el hombre produce ciertos grados de antropización, ya sea aprendida por repeticiones o por costumbres co-habitacionales repetitivas. Por ejemplo, un perro como mascota puede adquirir ciertas conductas que emulan la conducta humana, caminar sobre dos patas, manipular un picaporte o un botón de alerta etc. Un perro lazarillo, aprende a reconocer las condiciones de tránsito, un mono puede manipular un control de televisión o un teléfono. El mejor ejemplo en este sentido son los animales de circo.

 

Transformación geográfica del medio ambiente por la actividad humana.

 

El término es utilizado para referirse en forma general a toda transformación que el hombre produce sobre el medio, ya sea urbanización, agricultura, silvicultura, introducción de especies exóticas en general, desmonte, minería, tendido de cables, construcción de caminos y puentes, dragado de vías navegables, construcción de diques y embalses, etc.1​

 

Muchas veces la gran antropización de la naturaleza es la que elimina grandes ecosistemas complejos, exterminando especies y generando pérdida de biodiversidad y de equilibrio en el planeta. Hoy en día podemos ver las devastadoras consecuencias de casos extremos de antropización como la gigantesca deforestación del Amazonas, las centrales hidroeléctricas (represas) que cortan el río en dos dividiendo así a muchas especies, también se incluye en esto a las grandes ciudades que crecen y crecen invadiendo así lugares donde antes existían ricos ecosistemas.

 

Quitándole así lugar a la naturaleza salvaje que había envuelto todo el planeta Tierra en los siglos, milenios y decenas de milenios del pasado.

 

 

 

En la estela de Barthes y Todorov, Garrido Gallardo actualiza la definición del término9​: Arte de la palabra por oposición a las otras artes (la pintura, la música, etc.). Actualmente, es su sentido fuerte, que nació a finales del Siglo XVIII y se consagra en la obra de Mme. De Staël, De la Littérature (1800). 2. Arte de la palabra por oposición a los usos funcionales del lenguaje. Corresponde al deslinde entre los escritos de creación (“poesía” en el sentido etimológico) y los otros escritos que reclaman un estatuto aparte como científicos. En sentido estricto, de obra de creación con el lenguaje, el término literatura es la palabra de los siglos XIX y XX para significar dicha realidad. Antes se llamaba poesía. Su continuación en el mundo cíber del siglo XXI se llama ciberliteratura y ya no es literatura: tiene unas condiciones comunicativas distintas. En todo caso, hoy por hoy, la literatura sigue siendo un fenómeno cultural muy importante, pues mantiene en estado de vigilia los materiales de la “poesía” y sobrevive y continúa, codo con codo con la “ciberliteratura”, en estado de buena salud.

 

Teoría literaria

Una cuestión fundamental de la teoría literaria es «¿qué es la literatura?» – aunque muchos teóricos y estudiosos literarios contemporáneos creen, o que «literatura» no se puede definir, o que puede referirse a cualquier uso del lenguaje.10

Teoría literaria

Una cuestión fundamental de la teoría literaria es «¿qué es la literatura?» – aunque muchos teóricos y estudiosos literarios contemporáneos creen, o que «literatura» no se puede definir, o que puede referirse a cualquier uso del lenguaje.10

El valor de la literatura imaginativa

Algunos investigadores sugieren que la ficción literaria puede desempeñar un papel en el desarrollo psicológico de un individuo.15​ Los psicólogos también han estado utilizando la literatura como herramienta terapéutica. 1617​ El psicólogo Hogan defiende el valor del tiempo y la emoción que una persona dedica a comprender la situación de un personaje en la literatura; 18​ que puede unir a una gran comunidad provocando emociones universales, además de permitir que los lectores accedan a diferentes culturas y nuevas experiencias emocionales. 19​ Un estudio, por ejemplo, sugirió que la presencia de valores culturales familiares en los textos literarios tuvo un impacto importante en el desempeño de los estudiantes de minorías.20

Las ideas del psicólogo Maslow ayudan a los críticos literarios a comprender cómo los personajes de la literatura reflejan su cultura personal y la historia. 21​ La teoría sugiere que la literatura ayuda a un individuo a luchar por la realización personal.2223

Juan Marsé

Paulo Coelho.

El Alquimista de Paulo Coelho 1. Videos (abajo)

Jean Claude Golvin

El coltán es uno de los elementos más preciados para la fabricación de componentes tecnológicos por sus características para conducir la electricidad. De hecho, es una materia prima esencial para las industrias de la microelectrónica, las telecomunicaciones o la industria aeroespacial y biomédica. Sin embargo, la escasez del material a nivel mundial y su concentración en la República del Congo han hecho de este elemento un bien polémico y preciado a partes iguales.

 

Sobre el autor.

Luis Miguel Riera de la Plaza

Sobre el autor

Nacido en la ciudad más antigua de occidente en 1964. Licenciado en Filosofía y Letras (Geografía e Historia) 1985-1990. Descubrí una pronta fascinación por la historia, lo que me condujo a su investigación y a sus procesos. Dedicado a la literatura con varios libros escritos, me he decidido finalmente a la publicación animado por familiares y amigos. También he colaborado en investigaciones, estudios y redacción de obras de compañeros y amigos. Armonizando esta inquietud con otros estudios como Biblioteconomía, Archivística y Documentación, Psicología Infantil, formación académica del profesorado de enseñanzas medias, coach, formador de formadores, blanqueo de capitales, perito judicial, agente inmobiliario, administrador de fincas y comunidades, y relaciones laborales.

Sobre el libro:

Robert Capa, Bilbao

En este libro encontrará el fruto de una investigación o, para ser más exactos, una parte. El contexto es el de una crisis profunda que se inicia en España y que se extiende en el tiempo sin que se encuentre una solución a la misma. En el libro le introduzco a una parte de esos partidos llamados partidos de «derecha» en un momento concreto. Así se encontrará con una serie de partidos que son incapaces de ponerse de acuerdo y por tanto una conclusión posible es la imposibilidad de que un sistema funcione. La necesidad de sobrevivir del «modelo constitucional republicano» tremendamente dividido, la existencia de una revolución comunista y el miedo en los partidos de «derecha» conducirá a buscar una solución temporal como es el enfrentamiento armado. La búsqueda del ejército lleva al apoyo de una parte del mismo a esa solución temporal. ¿Qué ocurrió? Que será el ejército el que nombre un «jefe» militar temporal hasta el final del conflicto armado, pero entenderá este que no hay una mínima base política coherente y aglutinadora en esos partidos de la «derecha» y así esa solución temporal se va alargando hasta que solo «ese jefe temporal», elegido por los militares, sea el que decida qué va a ocurrir en España.

Contacte con Luis M. Riera.

Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.
Abraham Lincoln
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad