LA DERECHA ESPAÑOLA

CRISIS AÑOS 30

LUIS MIGUEL RIERA DE LA PLAZA

La derecha española. Crisis de los años 30

Sobre el autor:

Sobre el autor

Nacido en la ciudad más antigua de occidente en 1964. Licenciado en Filosofía y Letras (Geografía e Historia) 1985-1990. Descubrí una pronta fascinación por la historia, lo que me condujo a su investigación y a sus procesos. Dedicado a la literatura con varios libros escritos, me he decidido finalmente a la publicación animado por familiares y amigos. También he colaborado en investigaciones, estudios y redacción de obras de compañeros y amigos. Armonizando esta inquietud con otros estudios como Biblioteconomía, Archivística y Documentación, Psicología Infantil, formación académica del profesorado de enseñanzas medias, coach, formador de formadores, blanqueo de capitales, perito judicial, agente inmobiliario, administrador de fincas y comunidades, y relaciones laborales.

Sobre el libro:

Robert Capa, Bilbao

En este libro encontrará el fruto de una investigación o, para ser más exactos, una parte. El contexto es el de una crisis profunda que se inicia en España y que se extiende en el tiempo sin que se encuentre una solución a la misma. En el libro le introduzco a una parte de esos partidos llamados partidos de «derecha» en un momento concreto. Así se encontrará con una serie de partidos que son incapaces de ponerse de acuerdo y por tanto una conclusión posible es la imposibilidad de que un sistema funcione. La necesidad de sobrevivir del «modelo constitucional republicano» tremendamente dividido, la existencia de una revolución comunista y el miedo en los partidos de «derecha» conducirá a buscar una solución temporal como es el enfrentamiento armado. La búsqueda del ejército lleva al apoyo de una parte del mismo a esa solución temporal. ¿Qué ocurrió? Que será el ejército el que nombre un «jefe» militar temporal hasta el final del conflicto armado, pero entenderá este que no hay una mínima base política coherente y aglutinadora en esos partidos de la «derecha» y así esa solución temporal se va alargando hasta que solo «ese jefe temporal», elegido por los militares, sea el que decida qué va a ocurrir en España.

Escritor e investigador. Libro : La derecha española. Crisis de los años treinta

Página web de Luis M. Riera

Luis Miguel Riera
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.
Abraham Lincoln

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Arquitectura romana: 

Arquitectura romana:

El pueblo romano, como sabemos de temperamento más práctico que el griego pero de sensibilidad artística menos refinada, al igual que el etrusco, siguió los modelos de su península vecina, aunque, evolucionando ya en una época más tardía, sobre todo los del periodo helenístico. Su mayor personalidad se desarrolló en el ámbito de la arquitectura, seguramente por su carácter utilitario: no solo se emplearon la bóveda y el arco como elementos arquitectónicos corrientes, sino que se les hizo desempeñar un papel de primer orden hasta alcanzarse, en la época del Imperio, una arquitectura abovedada de extraordinaria grandiosidad, distinta de la griega.


Es cierto que, incluso en este ámbito de la arquitectura, los artistas griegos continuaron bajo el Imperio dirigiendo obras de primer orden (uno de ellos fue Apolodoro de Damasco, autor de las mayores empresas arquitectónicas de Trajano), pero la verdad es que no faltaron arquitectos romanos al frente de edificaciones destacadas en el mismo Oriente.

Arquitectura romana: 

Arquitectura romana:

El pueblo romano, como sabemos de temperamento más práctico que el griego pero de sensibilidad artística menos refinada, al igual que el etrusco, siguió los modelos de su península vecina, aunque, evolucionando ya en una época más tardía, sobre todo los del periodo helenístico. Su mayor personalidad se desarrolló en el ámbito de la arquitectura, seguramente por su carácter utilitario: no solo se emplearon la bóveda y el arco como elementos arquitectónicos corrientes, sino que se les hizo desempeñar un papel de primer orden hasta alcanzarse, en la época del Imperio, una arquitectura abovedada de extraordinaria grandiosidad, distinta de la griega.

Arquitectura romana:

El pueblo romano, como sabemos de temperamento más práctico que el griego pero de sensibilidad artística menos refinada, al igual que el etrusco, siguió los modelos de su península vecina, aunque, evolucionando ya en una época más tardía, sobre todo los del periodo helenístico. Su mayor personalidad se desarrolló en el ámbito de la arquitectura, seguramente por su carácter utilitario: no solo se emplearon la bóveda y el arco como elementos arquitectónicos corrientes, sino que se les hizo desempeñar un papel de primer orden hasta alcanzarse, en la época del Imperio, una arquitectura abovedada de extraordinaria grandiosidad, distinta de la griega.


Es cierto que, incluso en este ámbito de la arquitectura, los artistas griegos continuaron bajo el Imperio dirigiendo obras de primer orden (uno de ellos fue Apolodoro de Damasco, autor de las mayores empresas arquitectónicas de Trajano), pero la verdad es que no faltaron arquitectos romanos al frente de edificaciones destacadas en el mismo Oriente.

Arquitectura romana: 

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El pueblo romano, como sabemos de temperamento más práctico que el griego pero de sensibilidad artística menos refinada, al igual que el etrusco, siguió los modelos de su península vecina, aunque, evolucionando ya en una época más tardía, sobre todo los del periodo helenístico. Su mayor personalidad se desarrolló en el ámbito de la arquitectura, seguramente por su carácter utilitario: no solo se emplearon la bóveda y el arco como elementos arquitectónicos corrientes, sino que se les hizo desempeñar un papel de primer orden hasta alcanzarse, en la época del Imperio, una arquitectura abovedada de extraordinaria grandiosidad, distinta de la griega.


Es cierto que, incluso en este ámbito de la arquitectura, los artistas griegos continuaron bajo el Imperio dirigiendo obras de primer orden (uno de ellos fue Apolodoro de Damasco, autor de las mayores empresas arquitectónicas de Trajano), pero la verdad es que no faltaron arquitectos romanos al frente de edificaciones destacadas en el mismo Oriente.

Arquitectura romana: 

Arquitectura romana:

El pueblo romano, como sabemos de temperamento más práctico que el griego pero de sensibilidad artística menos refinada, al igual que el etrusco, siguió los modelos de su península vecina, aunque, evolucionando ya en una época más tardía, sobre todo los del periodo helenístico. Su mayor personalidad se desarrolló en el ámbito de la arquitectura, seguramente por su carácter utilitario: no solo se emplearon la bóveda y el arco como elementos arquitectónicos corrientes, sino que se les hizo desempeñar un papel de primer orden hasta alcanzarse, en la época del Imperio, una arquitectura abovedada de extraordinaria grandiosidad, distinta de la griega.


Es cierto que, incluso en este ámbito de la arquitectura, los artistas griegos continuaron bajo el Imperio dirigiendo obras de primer orden (uno de ellos fue Apolodoro de Damasco, autor de las mayores empresas arquitectónicas de Trajano), pero la verdad es que no faltaron arquitectos romanos al frente de edificaciones destacadas en el mismo Oriente.

Arquitectura romana: 

El pueblo romano, como sabemos de temperamento más práctico que el griego pero de sensibilidad artística menos refinada, al igual que el etrusco, siguió los modelos de su península vecina, aunque, evolucionando ya en una época más tardía, sobre todo los del periodo helenístico. Su mayor personalidad se desarrolló en el ámbito de la arquitectura, seguramente por su carácter utilitario: no solo se emplearon la bóveda y el arco como elementos arquitectónicos corrientes, sino que se les hizo desempeñar un papel de primer orden hasta alcanzarse, en la época del Imperio, una arquitectura abovedada de extraordinaria grandiosidad, distinta de la griega.


Es cierto que, incluso en este ámbito de la arquitectura, los artistas griegos continuaron bajo el Imperio dirigiendo obras de primer orden (uno de ellos fue Apolodoro de Damasco, autor de las mayores empresas arquitectónicas de Trajano), pero la verdad es que no faltaron arquitectos romanos al frente de edificaciones destacadas en el mismo Oriente.


Restos del Tabularium romano, 78 a.C.


Desplazado el arte etrusco, a comienzos del siglo III, por el helenístico, la arquitectura republicana asimiló cada vez con mayor intensidad las formas griegas, pero dio también pasos decisivos hacia la creación del estilo propiamente romano. Así, antes de finalizar el siglo I a.C, se edificaron puentes y acueductos que demuestran un dominio del arco y de la bóveda superior a los modelos orientales: en el Tabularium (78 a.C.) se emplean a la vez arco y dintel, novedad de consecuencias trascendentales para la arquitectura posterior, y también se definieron las características esenciales del templo romano frente al griego.


Bajo el Imperio, la arquitectura romana, al contacto con Oriente, se transformó y se construyeron edificios más lujosos y de proporciones gigantescas. Se creó un nuevo capitel, el compuesto, más rico que los griegos y el entablamento se trató cada vez con mayor libertad, resaltándose trozos de él para producir contrastes de claroscuro más intensos. En los últimos tiempos, incluso se utilizó la misma columna como simple tema decorativo y en Siria, en concreto, se llegó a un movimiento en las formas, a un recargamiento ornamental y a unos efectos de carácter pictórico que hacen pensar en cierto barroquismo. Pero lo que más contribuyó a la consolidación de una arquitectura propiamente romana fue la generalización de las cubiertas abovedadas y su empleo en edificios de una amplitud antes desconocida.


En lo relativo a construcción e ingeniería, se alcanzó un avanzado dominio de los materiales. En sillería se emplearon los más diversos aparejos, que describió Vitrubio, pero además se concedió un papel de primer orden al mortero u hormigón muy fuerte, con cantos rodados o piedras pequeñas, que, una vez fraguado, convertía la obra en él labrada en un solo bloque de consistencia pétrea y duración quizá eterna. Ese material pobre y barato, y que, por tanto, exigía un revestimiento rico o con apariencia de serlo (opus tectorium) fue decisivo en los destinos de la arquitectura romana, sobre todo en lo gigantesco de sus proporciones.


Material tan frecuente como el hormigón fue el ladrillo, que comenzó a emplearse cocido en el s. I a.C. y recibió nombres diversos según su tamaño: bipedalis, sexquipedalis y bessalis. Dentro de la nomenclatura vitrubiana, merecen recordarse, por lo frecuente de su uso, el opus quadratum (sillería a tizón aprendida de los etruscos), el opus incertum (mampostería menuda) y el opus reticulatum (muro de esa naturaleza revestido con pirámides de base cuadrada y dispuestas al sesgo).


Los romanos adoptaron los órdenes griegos, pero introduciendo en ellos novedades, y crean uno nuevo, en el que se funden jónico y corintio.


En su orden dórico, la columna, que suele ser de fuste liso, termina en la parte superior en un toro muy estrecho llamado astrágalo, transición al capitel. Este, por influencia etrusca, transforma la sección parabólica de su equino en un cuarto bocel, añadiéndole por la parte inferior un breve cuerpo cilíndrico. Es el orden que se conoce también como toscano.


En cuanto al orden jónico, la principal novedad se refiere a la preferencia romana por el empleo en todas las columnas, al margen de su emplazamiento, del tipo de capitel jónico de esquina, en el que las volutas aparecen, además de en los frentes anterior y posterior, en los laterales. Como en otras innovaciones, al olvido del origen de la forma se une el deseo de producir un efecto de mayor riqueza.


Por esa afición al lujo, el orden preferido por el pueblo romano fue el corintio, que solo en contadas ocasiones emplearon los griegos.


Órdenes arquitectónicos romanos

La principal aportación romana a los órdenes clásicos fue el capitel compuesto, llamado así por estar formado por elementos de los capiteles jónico y corintio. Reflejo de ese amor por la riqueza de la Roma imperial, se trata en realidad de un capitel corintio enriquecido, en su parte superior, con el cimacio e incluso las volutas del jónico. Así formado, aparece por primera vez en el arco de Tito (81 a.C.), pero en tiempo posterior se introducen en él figuras humanas como la de Hércules en los capiteles de las Termas de Caracalla.


En cuanto al entablamento, los romanos manifestaron cierta inclinación a decorar las metopas del orden dórico con rosas, bucranios, discos… pero la mayor novedad es, como en el arte helenístico, la libertad con que los arquitectos imperiales interpretan sus diversas partes. Así, a mediados del siglo II, veremos frisos convexos. El arquitecto romano se sirve, además, con frecuencia, de pedestales que constan de plinto o basa, dado o cuerpo central y cornisa.


Si los griegos utilizaron alguna vez, en el interior y el exterior de un mismo edificio, dos órdenes distintos, los romanos podían superponerlos en una misma fachada, convirtiendo esa superposición en uno de sus sistemas constructivos más usados en los grandes monumentos.


Aunque ya no se atribuye a los etruscos la invención del arco, de ellos lo aprendieron los romanos, sus verdaderos difundidores y quienes lo convirtieron, como a la bóveda, en elemento arquitectónico corriente de primer orden. El arco empleado por los romanos es el semicircular o de medio punto. A juzgar por los relieves, se le hace cabalgar ya sobre columnas en tiempos de Augusto, pero la primera vez que se construye en esa forma en gran escala fue en el Foro de Leptis Magna, a principios del siglo III.


El sistema de los templos griegos pseudoperípteros de adosar la columna y el entablamento al muro, de gran efecto decorativo, sirve de base al arquitecto romano para una de sus principales innovaciones: encajar entre esas columnas y bajo el dintel un arco, simultaneando así dos sistemas constructivos, suficientes cada uno para la solidez del vano pero estéticamente contradictorios, ya que horizontalidad y reposo y curva y dinamismo son los signos opuestos del dintel y del arco.


Los triángulos que forman el trasdós o exterior del arco, el arquitrabe y las columnas son las enjutas, nueva forma arquitectónica que tendrá fecunda historia. La colocación del dintel sobre el arco aparece ya en el citado Tabularium o archivo del pueblo romano (78 a.C.), en cuyo interior se empleó ya la bóveda de arista, conocida por los arquitectos helenísticos desde principios del siglo II a.C. La superposición del dintel al arco se usó como fórmula perfectamente lograda en el Teatro Marcelo (13 a.C.).


Ese empleo no puramente constructivo de los órdenes adintelados griegos, adosados al muro, transformaba el entablamento en un elemento decorativo más que los arquitectos romanos manejaron con libertad. Ya en el arco de Tiberio en Orange (46 a.C.), el arco se eleva tanto que llega a interrumpir el entablamento; en el templo de Minera, del Foro de Nerva (96-98), ese entablamento aparece a trozos alternativamente con todo el relieve de las columnas sobre las que descansan, o simplemente al ras del paramento del muro. Y en las termas de Caracalla, se reduce a un trozo tan estrecho que llega a convertirse en una suerte de segundo capitel, novedad que tendrá consecuencias en el Renacimiento.


La bóveda, que llegó a presentar gran número de variedades, se utilizaba en Roma con gran perfección técnica ya a mediados del siglo II d.C., como vemos en la Cloaca Máxima, el Pons Aemilius y el Pons Milvius. Pero las grandes edificaciones cubiertas por bóvedas gigantescas y complejas no aparecen hasta la época imperial. Bajo los flavios, a fines del siglo I, se generalizó la bóveda de aristas (como en el Coliseo), aún infrecuente en el periodo republicano. Y en tiempos de Adriano, la Villa de Tívoli (130 d.C.), nos muestra bóvedas de cañón con lunetos y semiesféricas gallonadas sobre anillo de lóbulos cóncavos y convexos y con arcos de descarga, muy importantes en la arquitectura medieval. Particularmente interesante es la bóveda de nervios de la Sette Bassi de Roma, consecuencia de los arcos de refuerzo del Coliseo, y es importante la novedad de apoyar la bóveda de arista sobre columas adosadas en las Termas de Caracalla, donde aparecen, además, unas incipientes pechinas para pasar de la planta octogonal a la bóveda semiesférica.


Como adivináis, los sistemas abovedados romanos, de grandes proporciones y presiones laterales considerables, exigen muros muy gruesos.

La arquitectura (del latín architectūraarchitectūrae, y este a su vez del griego antiguo ἀρχιτέκτων, architéctōn, ‘arquitecto’ o ‘constructor jefe’, compuesto de ἀρχός, archós ‘jefe’, ‘guía’, y τέκτων, téctōn, ‘constructor’) es el arte y la técnica de proyectardiseñar y construir,1 modificando el hábitat humano, estudiando la estética, el buen uso y la función de los espacios, ya sean arquitectónicosurbanos o de paisaje.2

La arquitectura nació en la prehistoria, durante el Neolítico, cuando diversos grupos humanos desarrollaron un estilo de vida sedentario basado en la agricultura. Este nuevo modo de vida conllevó al desarrollo de viviendas estables y recintos ceremoniales,2 los cuales fueron evolucionando estéticamente a partir de elementos simbólicos presentes en el contexto sociocultural donde se desarrollaban en ese momento. Así surgieron, por ejemplo, los dolmenes y crómlechs en Europa, construidos con enormes bloques de piedra. A medida que las sociedades se hacían más complejas y extensas, surgieron los primeros núcleos urbanos cerrados, con viviendas agrupadas en torno a lugares sagrados. De esta forma nacieron las altas culturas de Oriente MedioMesopotamia y Egipto, que legaron numerosas obras arquitectónicas, de las que destacan, por ejemplo, los sistemas de irrigación, los zigurats, los templos y las pirámides.3


La arquitectura urbana antigua estaba preocupada por la construcción de estructuras religiosas y edificios que simbolizaran el poder político de los gobernantes. Fueron los antiguos griegos y romanos quienes perfeccionaron la arquitectura, sentando las bases de la arquitectura clásica y convirtiéndola en punto de referencia para los siglos venideros. Durante esta etapa se desarrollaron los arcos y columnas estilizadas, se trabajaron la piedra caliza y el mármol, los sistemas de irrigación y acueductos, ciudades saneadas y se dio origen al concreto. Como ejemplos del alto grado de desarrollo arquitectónico durante aquella época, se tienen al Partenón de Atenas y al Coliseo romano.4 La arquitectura india y china influyó en formas en toda Asia y la arquitectura budista en particular adoptó diversos sabores locales. Durante la Edad Media europea, surgieron estilos paneuropeos de catedrales y abadías románicas y góticas, mientras que el Renacimiento favoreció las formas clásicas implementadas por arquitectos conocidos por su nombre. Más tarde, los roles de arquitectos e ingenieros se separaron. La arquitectura moderna comenzó después de la Primera Guerra Mundial como un movimiento de vanguardia que buscaba desarrollar un estilo completamente nuevo apropiado para un nuevo orden social y económico de posguerra enfocado en satisfacer las necesidades de las clases media y trabajadora. Se hizo hincapié en las técnicas modernas, los materiales y las formas geométricas simplificadas, allanando el camino para las superestructuras de gran altura. Muchos arquitectos se desilusionaron con el modernismo que percibieron como ahistórico y antiestético, y se desarrolló la arquitectura posmoderna y contemporánea.

Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.
Abraham Lincoln
Luis Miguel Riera
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